martes, 30 de octubre de 2012

CUIDAR NUESTRO HABLAR...

Dios está escuchando.

“Debemos recordar, al hablar de Dios, que no podemos hablar de ÉL sin que Él oiga cada palabra que decimos.

Podemos hablar de otros a espaldas de él, pero Dios está en todas partes, incluso en esta estancia. Por ello
, en todas nuestras discusiones debemos estar conscientes de SU infinita presencia, y hablar de ÉL, por así decirlo, delante de ÉL”

El conocimiento de que el Señor está en todas partes debería tener un enorme impacto en lo que decimos. David, pensando acerca del Dios siempre presente, declaró: “Aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh SEÑOR, tú la sabes toda“ (Salmo 139:4)

Las mentiras, la maledicencia, las observaciones bruscas, los comentarios subidos de tono, las palabras coléricas, el habla irreverente, y el uso irrespetuoso del nombre del Señor, son cosas que nunca deberían salir de nuestros labios. No, sino que deberíamos sólo decir aquellas cosas que Dios aprueba. Nuestro deseo debería ser el expresado por David en el Salmo 19: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh SEÑOR, roca mía, y redentor mío“ ( v. 14)

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